_07 ¿FRUTAS O MERMELADA?

Si un país con una economía agraria exporta frutas obtendrá muchos menos ingresos que si exporta estas mismas frutas convertidas en mermeladas o en zumos. Estos productos tienen bastante más valor añadido que la fruta y, por tanto, sus precios en los mercados mundiales son bastante más altos. De la misma manera, genera más riqueza exportar sopas de verdura que verduras frescas, exportar chocolate que cacao, o exportar café torrefacto que café sin procesar.

Si el objetivo del comercio internacional fuese el desarrollo de los países pobres y emergentes, se tendría que facilitar que vendan en los mercados mundiales productos con el máximo de valor añadido. Así aumentarían considerablemente los ingresos de sus exportaciones. Y podrían impulsar una industria basada en la agricultura, muy beneficiosa para su desarrollo económico.


 

Sin embargo, los países ricos han diseñado para los países pobres y emergentes un tipo de barrera muy particular: aplican a sus materias primas aranceles bajos, mientras que a sus productos elaborados, derivados de estas materias primas, les hacen pagar aranceles más altos. Cuanto más valor añadido tiene el producto, más elevado es el arancel. De aquí el nombre de “aranceles progresivos”.

Estos aranceles hacen que los productos de más valor añadido de los países pobres y emergentes, cuando llegan a los países ricos, sean más caros, es decir, poco competitivos. Así, los países ricos permiten la entrada a bajo precio de las materias primas sin elaborar de los países pobres y emergentes –como por ejemplo la fruta–. Pero perjudican abiertamente a sus industrias basadas en la agricultura –como por ejemplo a las que hacen mermelada–.

Los aranceles progresivos protegen las industrias agroalimentarias de los países ricos. Pero dificultan los procesos de industrialización incipiente de los países pobres y emergentes, cosa muy negativa para su desarrollo económico.