_10 ROMPER EL CÍRCULO VICIOSO

Todos los países pobres aspiran a salir de la pobreza. Para conseguirlo tendrían que crear riqueza –a partir de su gente, sus empresas y sus recursos naturales– y distribuirla equitativamente entre la población. El crecimiento económico de estos países es una condición indispensable –aunque no suficiente– para erradicar la pobreza.

Sin embargo, no puede haber crecimiento económico si antes no hay un mínimo de infraestructuras, de ingresos familiares, de educación y de salud, y de instituciones públicas estables y transparentes. Sin estos mínimos la inversión privada lo tiene muy difícil para crear riqueza y, por eso, evita o se marcha de los países en los que no están garantizados.

Sin estos mínimos, ni las familias ni las empresas pueden resistir las inestabilidades que acompañan siempre a cualquier actividad productiva y se hace imposible ningún proceso de de acumulación de capital –ya sea físico, financiero o humano– que es el motor principal del crecimiento y del progreso económico.

Los países más pobres, por tanto, no pueden salir de la pobreza por sí mismos, atrapados como están en un círculo vicioso. El crecimiento es el único camino estable para superar la pobreza; pero la pobreza extrema impide activar los mecanismos que hacen posible el crecimiento. Hay que romper este círculo vicioso. Para hacerlo es imprescindible erradicar la pobreza extrema con la ayuda exterior procedente de los países ricos.